miércoles, 12 de noviembre de 2008

MEDIOEVO Y ALQUIMIA

La inestabilidad política en el mundo romano condujo a que en el año 395 se produjera su división en una región occidental y otra oriental. Este proceso de desintegración se corona casi un siglo más tarde con la ascensión al poder de Odoacro (476), bárbaro romanizado, que disuelve el imperio occidental dando paso al imperio medieval de los Papas y Patriarcas cristianos.
La influencia del cristianismo sobre el lento desarrollo del conocimiento científico en todo este período se explica atendiendo a los nuevosesquemas de pensamiento que esta religión portaba y a los intereses que defendía la nueva estructura del poder eclesiástico. Las principales preguntas y cuestionamientos que se hicieron los pensadores anteriores quedarían encadenadas por un dogma: sólo hay conocimiento en Dios y genuina vida en la fe. Se pretendió que el hombre cristiano se preocupara más por su alma eterna que por sus relaciones con los fenómenos naturales y la posible penetración en la esencia de los mismos mediante el estudio y el razonamiento. Agustín (354 – 430) es uno de los principales exponentes de esta corriente filosófica.
Hasta el cierre definitivo de la Academia en el siglo VI por el emperador Justiniano la pálida producción del conocimiento filosófico de la época se asocia a la traducción de clásicos y al replanteamiento de las ideas contenidas en los sistemas de Platón y Aristóteles.
Boecio (47? – 525) aborda un problema con el cual se cierra un estadio en el desarrollo del pensamiento occidental que se reabriría al debate con el renacimiento de la cultura: se trata de examinar el grado de realidad o significación atribuible a “los géneros y las especies”, a los conceptos más generales. Tal cuestionamiento apunta hacia la prefiguración de dos corrientes epistemológicas: el realismo y el nominalismo.
De cualquier modo, paralela a la noche medieval europea, resplandeció la cultura árabe, y en el Oriente tuvieron lugar desarrollos notables. En el propio contexto europeo tuvieron lugar determinados avances y en la segunda etapa de este período, Europa occidental comenzó a recuperar el liderazgo científico.
A la altura del siglo VII, los ejércitos árabes conquistaron extensos territorios del oeste de Asia y norte de África.
La cultura árabe pudo nutrirse en Persia y Egipto con restos de la herencia cultural griega. Se afirma que obtuvieron de la secta de los nestorianos refugiados en Persia numerosas obras de los griegos, incluyendo bibliografía sobre la khemeia. En árabe la khemia adoptó el nombre de al-Kimia y así el desarrollo de la alquimia greco-egipcia estuvo en manos y mentes árabes durante cinco siglos.
Sus contactos con el Asia, le impusieron de los avances en el conocimiento chino de diferentes ramas. En particular de los desarrollos que lograban con el propósito de obtener el oro para elaborar un elíxir de "larga vida". Vuelve a ser el oro fuente impulsora del conocimiento prequímico pero ahora en una otra dirección: la búsqueda de un elíxir de la eterna juventud. También los árabes conocieron del descubrimiento chino de los materiales pirotécnicos y la pólvora, razón por la cual llamaron a las luces de bengala "flechas chinas".
Lo cierto es que de la asimilación multilateral que logran integrar los árabes, florece en Arabia a partir del 750 y hasta mediados del siglo XIII una Escuela de Farmacia.
El primer trabajo de este período, universalmente reconocido como un resumen de los conocimientos alquímicos acopiados en la época, es la obra de Abu Musa Jabir al-Sufi, llamado Geber en Occidente (760 – 815). A través de él conocemos que los alquimistas árabes trabajaron fundamentalmente con los metales oro y mercurio, con los elementos no metálicos arsénico y azufre, y con los compuestos formados por sales y ácidos. Ellos concebían los metales y en general la diversidad de la sustancias como el resultado de la combinación de dos principios representados por el azufre (sólido, combustible y amarillo) y el mercurio (líquido, metálico, y volátil). Confiaban en la transmutación de las sustancias y aunque sus hipótesis de partida fueran falsas iban desarrollando procedimientos experimentales para el tratamiento de las sustancias y descubrían nuevos productos, entre los que cabe mencionar el cloruro de amonio y el carbonato de plomo así como la destilación del vinagre para obtener el ácido acético concentrado, el ácido más empleado a partir de entonces en las recetas y digestiones alquimistas.
Abu Bakr Muhammed Ibn Zakariya Al-Rhazi (Rhazes, 850 – 925) escribió una verdadera enciclopedia médica. Es el primero que inicia las aplicaciones de las sustancias químicas en la medicina despojado de todo sentido místico al emplear el yeso, de acuerdo con sus propiedades, en la inmovilización de los huesos fracturados. Se le atribuye además el descubrimiento del antimonio metálico.
Abu Ali Al-Hussaín Ibn Sena (Avicena, 979 – 1037), es considerado por muchos como el médico más importante en el período que media entre el Imperio Romano y los orígenes de la ciencia moderna. En su famosa obra Kitab ash-Shifa (El libro de las Curaciones) proclama como el principal objetivo de la alquimia la preparación de sustancias para combatir las enfermedades y declara estéril el estudio de la transmutación de los metales en oro.
Después de Avicena vendría el ocaso del mundo árabe, como resultado de las invasiones de turcos y mongoles.
A finales del siglo VIII el emperador Carlo Magno (742 – 814), ordena la creación de escuelas destinadas a enseñar rudimentos de lectura, aritmética y gramática. Se abren escuelas anexas a las catedrales e iglesias de las poblaciones más importantes, gestándose para la época una verdadera revolución educativa. Si embargo hasta bien entrado el siglo XI no existía una educación que pudiera salir de un nivel elemental.
En el siglo XII comenzó un reencuentro con el saber antiguo. Se advierte una reactivación de los viajes y el florecimiento de relaciones comerciales estrechas entre el occidente y el oriente.
La naturaleza de los contactos con el Oriente tienen otra expresión en las Cruzadas que se iniciaran con la proclama lanzada por el papa Urbano II en 1095 y en la reconquista que llevan a cabo los cristianos españoles de los territorios perdidos ante el Islam.
Gerardo de Cremona (1114 – 87), instalado en Toledo durante buena parte de su vida, contribuyó con su obra a la traducción de más de noventa tratados árabes.
Es en este marco histórico que se fundan las primeras universidades europeas con el propósito de servir de instrumento para la expansión de los nuevos conocimientos y transmitir la herencia cultural a las nuevas generaciones. En el trividium de teología, derecho y medicina que dominara el currículo universitario, la medicina se erigía como la disciplina que demandaba el desarrollo de estudios experimentales. Pronto, célebres Doctores serían los impulsores de la alquimia europea.
Alberto Magno (1200 – 1280) es considerado el primer alquimista europeo. A sus trabajos se debe el descubrimiento del arsénico en forma casi pura y algunos le atribuyen, de forma compartida, los estudios sobre la mezcla explosiva de nitrato de potasio, carbón vegetal y azufre (pólvora).
Se le reconoce a Alberto Magno, ser uno de los artífices de la doctrina de "la doble verdad". La solución al debate entre la razón y la fe debió pasar por el filtro ideológico que admitiera al hombre la posibilidad y capacidad de estudiar el escenario natural creado por Dios, abriendo un espacio a la "filosofía de la naturaleza". De cualquier manera, no cesaría la censura del poder eclesiástico que obstaculizó el desarrollo y en ocasiones condujo a sanciones de prisión y horrendos crímenes.
Roger Bacon (1212 - 1294), fue como Alberto sacerdote, y como a él se le atribuyó también resultados con mezclas explosivas del tipo de la pólvora. Poco después, apenas iniciado el siglo XIV otro monje, Berthold Schwarz, describió el método de utilizar la pólvora para impulsar un proyectil con lo cual se inicia su negra aplicación en la guerra.
Pero Bacon no corrió igual suerte que su contemporáneo. En 1278 el que fuera más tarde Papa Nicolás IV prohibió la lectura de sus libros y ordenó su encarcelamiento que se extendió durante 10 años. Su obra mayor Opus Malus se editó y publicó en el siglo XVIII.
El más importante de los alquimistas europeos que firmaba sus documentos como Geber (el famoso alquimista árabe que viviera dos siglos antes) fue el primero en describir, hacia el año 1300, la forma de preparar dos ácidos fuertes minerales: el ácido sulfúrico y el ácido nítrico. Poco tiempo después de Geber el estudio de la alquimia, por segunda vez en la historia, sería prohibido. En esta ocasión corresponde al Papa Juan XXII (Papa de 1316 al 1334) declararlo anatema. Sobrevendrían largos años de silencio o acaso de clandestinidad de la alquimia que de tal suerte no pudiera llegar hasta nosotros.
Los tres procesos más importantes de los siglos XV y XVI fueron:
· El Renacimiento que representó un redescubrimiento del saber griego y alentó un espíritu de confrontación con las viejas ideas.
· El descubrimiento de nuevas rutas marítimas que lograron la expansión de un comercio creciente condicionado por el surgimiento de la economía capitalista, y la conquista de "un nuevo mundo".
· El desarrollo de los intereses nacionales que diera origen al nacimiento de los estados. Estos intereses económicos se reflejaron en el movimiento de las reformas religiosas (siglo XVI) que condujo a una flexibilización del control de la Iglesia sobre el proceso de construcción del conocimiento.
Además, fueron acontecimientos importantes:
La toma de Constantinopla por los turcos (1453) que significa la caída del último reducto de la herencia cultural grecorromana y el éxodo de los eruditos que trasladan consigo hacia Europa numerosas fuentes del antiguo saber griego.
La inauguración de la primera imprenta práctica por Johan Gutenberg (1397 – 1468) con lo cual se alcanza una reproducción y difusión del conocimiento escrito no imaginado en épocas anteriores.
En este telón de fondo social, corresponde al siglo XVI la consolidación como campo de acción de la alquimia la búsqueda de sustancias para fines medicinales.
Los médicos continuaron siendo en esta época los aliados del desarrollo de la alquimia. Los más sobresalientes representantes de este nuevo movimiento europeo, que tiene sus antecedentes en la Farmacia árabe, fueron el alemán, G. Bauer (conocido como Georgius Agrícola, 1494 – 1555) y el suizo, T. Bombastus (Paracelso, 1493 – 1541) .
Agrícola escribió un tratado, "De Re Metallica" que recoge los principales aportes de los alquimistas en el estudio de las transformaciones de los minerales y constituye un compendio de la alquimia aplicada en el campo de la mineralogía. Supo lidiar el trabajo investigativo con la política y al morir era alcalde de su ciudad, Chemnitz.
Paracelso, funda una escuela que pretende estudiar los métodos de preparación de minerales con fines medicinales y niega la posibilidad de la transmutación de los metales. La piedra filosofal es reconceptualizada como el elíxir de la vida. Utilizó el azufre y el mercurio en la elaboración de preparados para combatir la sífilis y el bocio. Una aportación concreta de Paracelso al desarrollo de la alquimia viene dado por su descubrimiento del zinc metálico.
Andreas Libavius (1540? – 1616) cierra el siglo XVI con la publicación de su libro “Alchemia” que resume los logros de la alquimia medieval en un lenguaje claro y limpio de todo misticismo. Fue el primero en describir la forma de preparar el tercer ácido fuerte mineral, el ácido clorhídrico y la mezcla que atacaría al oro y recibiría el nombre de agua regia. Libavius compartía el criterio de Paracelso sobre la función principal de la alquimia, pero reconocía la posibilidad de la transmutación de los metales.
Mientras la alquimia agoniza para dar paso a una ciencia experimental, la física había profundizado en la modelación del movimiento mecánico de los cuerpos y se preparaba el camino para cristalizar la obra de Newton en el siglo XVII "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica". Toda la Ciencia posterior iba a recibir su impacto...
Aristóteles, el más influyente de los filósofos griegos, legó una doctrina que sirvió de aliento durante siglos al movimiento alquimista. La tendencia a la perfección debería permitir que, en el laboratorio de los alquimistas, los metales comunes se transformaran en el metal que simboliza la perfección: el oro.





La creación de una escuela en torno a la cual se agrupara una comunidad de "sabios" con sus discípulos para alimentar el debate y propiciar la transmisión y enriquecimiento de los conocimientos, nació en Atenas con instituciones como la Academia que sobrevive durante siglos hasta la primera etapa del Medioevo, cuando el emperador Justiniano ordena en el siglo VI su definitivo cierre.



Hypatia, filósofa de Alejandría en el período de decadencia del Imperio romano, fue víctima de un horrible crimen de extremistas cristianos un siglo después que los paganos asesinaran a Catalina, una erudita alejandrina cristiana. La intolerancia religiosa de uno y otro bando ha perseguido el camino del hombre y cobrado víctimas sin reconocer privilegio de género.

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